Las 30 mejores barras gastro de Madrid
Las 30 mejores barras gastro de Madrid
A veces decimos que no existe mayor experiencia que la de sentarse a una mesa y disfrutar de una deliciosa velada en buena compañía. ¿Pero qué hay del placer de picotear ricos manjares acodados en una barra? Esa sensación es la que nos ha motivado para lanzarnos a recorrer las calles de Madrid en busca de sus mejores barras gastronómicas.
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A’NÓMALO
C/ Del Pinar, 15
Propietarios: José Gómez y Cayo Martínez
Creado ‘ad hoc’ por el restaurante A’Barra para crear una alternativa más canalla y original, estamos ante una de las barras más populares de Madrid, que en cuestión de meses consiguió convertirse en el lugar que había que visitar. La barra elíptica contiene en su interior la vida de su equipo y su cocina, permitiendo al visitante convertirse en parte misma de la experiencia. Viniendo del equipo de A’Barra, la carta no decepciona, al igual que la calidad de sus productos.
ANGELITA
C/ Reina, 4
Propietarios: David y Mario Villalón
Los hermanos Villalón se han convertido en unos de los mayores embajadores del producto de temporada y de la gastronomía honesta. Entre la tradición anda el juego de barra porque siempre hay un plato de callos o de pisto con su yema de huevo esperando. Por no hablar de su tomate, que obtienen de un huerto propio.
ARIMA
C/ Ponzano, 51
Propietarios: Nagore Irauzegi y Rodrigo García
Esta barra es el festival de la cocina vasca interpretada por el binomio Nagore-Rodri. El buen rollo impera para que uno se quede pegado a esta tabla de madera durante mucho tiempo. Imprescindible es su Gilda Joxefa, con pan soplado con mayonesa de piparra, los espárragos a la brasa o las croquetas de Stilton. Si hay Ponzano, hay Arima.
BAR H EMBLEMÁTICO
C/ Castelló, 83
Propietarios: Ismael y Fernando Hevia
Nació la pasada primavera como homenaje manifesto a los bares de toda la vida. Por eso toda su actividad gira en torno a la barra, con horario ininterrumpido del desayuno a la cena y una oferta basada en la tradición, con producto de calidad: raciones y pinchos clásicos de bar conviven con platos más contundentes para paladear a todo mantel.
BODEGAS ROSELL
C/ General Lacy, 14
Propietarios: Manolo Rosell y hermanos
Se trata de una de las tantas bodegas que se abrieron a finales del siglo XIX en la capital para vender el vino a granel. Hoy, esta taberna madrileña, mantiene el espíritu de entonces en su decoración. Aquí se puede disfrutar de una cocina casera tradicional (tortilla, croquetas o patatas) que sabe a gloria acompañada de una caña bien tirada.
CASA REVUELTA
C/ Latoneros, 3
Propietaria: familia Revuelta
Y pasamos de un lugar histórico a otro, porque la barra del Revuelta es donde se sacia el antojo de bacalao rebozado desde 1966. A sólo unos pasos de la plaza Mayor, este local se ha convertido en uno de los más populares entre madrileños y visitantes, y su bacalao se elabora de la misma forma desde los inicios para que quede crujiente por fuera y jugoso por dentro.
CASTELADOS
C/ Antonio Acuña, 18
Propietario: Jose Luis Román
Es el hermano pequeño de La Castela, que comenzó a rodar en 2016. El espíritu es el mismo y la materia prima de calidad la protagonista indiscutible. Como ellos mismos afirman: “La calle, el bar, el encuentro, los amigos, la familia, nuestras costumbres, disfrutar alrededor de una mesa, vivencias y recuerdos en un espacio que perdure a través de los años y que la pátina del tiempo consolide en un clásico”, esa es su esencia.
CERVECERÍA SANTA BÁRBARA
C/ Santa Bárbara, 8
Fue el centro de tertulias preferido de abogados laboralistas, sindicalistas y estudiantiles, o de directores y actores de cine y teatro. Una pátina que ha dejado impregnada a su barra de un aura especial en la que todo el mundo se encuentra. Siempre con gran ambiente, en la Cervecería Santa Bárbara el tiempo tiene la facultad de pasar volando entre tapas de marisco, conservas o salazones.
EL DOBLE
C/ Ponzano, 58 o C/ Abascal, 16
Propietarios: Jesús, Jorge y Paco Del Puerto
Es un lugar digno de conocer, aunque sea una vez en la vida, porque aquí puede pasar de todo. Conseguir sitio no es fácil, pero una vez dentro, será difícil decir adiós. Lo que siempre hay es mucha cerveza, marisco fresquísimo, patatas fritas a la inglesa, ambiente de barra y conversación, ya sea con tus acompañantes como con quien se tiene al lado.
EL SEÑOR MARTIN
C/ General Castaños, 13
Propietario: Javier Rodríguez Tur
Para muchos se trata del lugar al que hay que ir para disfrutar del pescado más selecto en Madrid. Piezas cuidadosamente escogidas a diario con los pescadores, y que tienen en la maestría de sus elaboraciones y en las brasas a su mejor aliado. Mar y fuego se funden sobre los platos que podemos disfrutar en una barra viva con línea directa a la cocina y la parrilla.
FIDE
C/ Bretón de los Herreros, 17 o C/ Ponzano, 8
El Fide es otro de los imprescindibles de la calle Ponzano, donde a sus camareros les corre la energía de la barra por las venas. Se puede empezar con una ración de ostras y otra de ensaladilla de langostinos, seguir con una de sus conservas (mejillones, berberechos, atún salvaje) para terminar con un canapé de bacalao, sardina o jamón, y un gusto por el cuerpo indescriptible.
LA BARRA DE SANTERRA
C/ General Pardiñas, 56
Propietario: Grupo Santerra
Con la cocina capitaneada por el joven Miguel Carretero, este local ofrece un espacio informal en el que disfrutar de los platos clásicos de una barra madrileña, con el característico toque Santerra del citado chef. Producto de temporada, técnicas tradicionales, raíces madrileñas y evolución gastronómica se hermanan en una cocina ininterrumpida con una muy interesante selección de vinos por copas, cervezas y dos cartas para no dejar de disfrutar de la mejor gastronomía.
LA CASTELA
C/ Dr. Castelo, 22
Propietario: José Luis Román
La Castela lleva acogiendo gente en su barra desde 1989. Van ya por la tercera generación y no abandonan, ni por un segundo, la ilusión de que cada persona que entra en su casa salga con cara de absoluta felicidad. Entre sus clásicos están el pincho de anchoa, boquerón y pimiento asado, los garbanzos con langostinos o el revuelto de morcilla y habas.
LA CATAPA
C/ de Menorca, 14
Propietario: Miguel Ángel Jiménez
Un local concebido para el disfrute de esa actividad que tanto nos gusta como es apurar las horas en buena compañía mientras disfrutamos de unos bocados deliciosos con los mejores vinos. Sus mesas altas y su barra generan un ambiente agradable e informal, ideal para un pasarrato entretenido mientras damos cuenta de una carta donde se combina cuchareo con carnes y pescados muy sugerentes. La carta en sala es diferente, pero ambas resultan igual de prometedoras.
LA DOLORES
Plaza Jesús, 4
Propietario: Antonio López
Pasear por el barrio de las Letras es parar en La Dolores para reponer fuerzas. Su fachada, con esos azulejos blancos y azules, es el patrimonio que han dejado los bares de antaño. Dentro, se despliega esa impresionante barra en la que se despachan encurtidos, banderillas y salazones a diestro siniestro. Estos son los lugares que nunca deberían desaparecer.
LA GILDERÍA
C/ Calatrava, 17
Propietarias: Cristina Bonaga y Yahaira Malavé
Yahaira es de Burgos, ciudad con mucha cultura del aperitivo, gildas y vinagrillos; una tradición que les inspiró a la hora de abrir La Gildería. El diseño de este local es completamente diferente a todo lo que hay en la ciudad y su barra el punto de encuentro de los amantes de ese bocado atravesado por un palillo, ya sea en su versión clásica, con boquerón, matrimonio, con queso o vegetariana.
LA MINA
C/ General Álvarez de Castro, 8
Propietario: Gonzalo Melendro
El castizo barrio de Chamberí acoge este referente del aperitivo en el que en hora punta no cabe un alfiler. Aquí todo es sencillo, pero especial; como su gente, el ambiente y el tapeo, que salta del mar, con su salpicón, marisco cocido o almejas a la marinera, hasta la montaña, con el clásico pincho moruno que preparan desde 1949.
LA MONTE
C/ Dr. Castelo, 9
Propietario: Miguel Román
En un espacio tremendamente acogedor, la barra de La Monte es una de las paradas imprescindibles cuando uno se acerca hasta Retiro. Aquí siempre se encuentran los clásicos de nuestra cocina, como las croquetas, rabas, gambas a la gabardina o cazón en adobo; pero también puede uno sorprenderse con otros bocados más exóticos como el ceviche de quinoa y champiñones, el risotto de callos o el kinilaw, el ceviche filipino de atún.
LA MONTERÍA
C/ López de Rueda, 35
Propietario: Miguel Román
Y de La Monte a La Montería, proyectos, ambos, que comparten una ambientación cálida y cocina tradicional, aunque con un push de creatividad y juego. Imposible irse de aquí sin probar su gran clásico: las lascas de mango, foie y crujiente. Aunque en esta barra también se habla el idioma del dulce, como demuestran sus seis postres.
LA RETASCA
C/ Ibiza, 38
Propietario: Grupo Bullbiza
Si detrás está Juanjo López, de La Tasquita de Enfrente, todo va a ir bien. Aquí la barra es casi una mesa, por su altura, que, al estar sentado, queda al mismo nivel. Y ese es el lugar ideal para ver el trasiego que hay detrás y delante, en un ‘marcha y pasa’ constante. Por esta barra desfilan las raciones propias de una tasca; que si una tortilla Capel por aquí, que si una oreja brava por allá o un mollete Don Pepe para rematar la faena.
LOS GATOS
C/ Jesús, 2
Cuando el plan es en Los Gatos, la respuesta debe ser un ‘sí’ rotundo. ¿El por qué? Pues porque su encanto es indiscutible, con toda esa plata de ley bien pulida (cañero incluido), la barra de madera y mármol, los cuadros en la pared, los azulejos pintados y los canapés luciendo en el expositor para que el apetito vaya abriéndose.
MANERO
C/ Claudio Coello, 3
Propietario: Grupo Gastro Portal
Tras el éxito de su casa madre en Alicante, llegaron a Madrid para replicarlo. Aquí se practica la barra y el tapeo “made in Spain” con una gran puesta en escena inspirada en los mejores bares europeos de principios de siglo para recrear su espíritu. Si se quiere, aquí se puede tirar la casa por la ventana con latas de caviar, ostras o cangrejo real.
QUINTÍN
C/ Jorge Juan, 17
Propietario: Grupo Paraguas
Fue uno de los primeros restaurantes del Grupo Paraguas, con Sandro Silva y Marta Seco al frente, y, desde que abriera sus puertas en 2015, no ha dejado de recibir a su clientela fiel. Transformaron un ultramarinos de toda la vida en un restaurante donde sentirse como en casa y, además, comer muy bien. Su barra abre durante todo el día para recibir tanto a los que son de día, como de noche.
RAFA
C/ Narváez, 68
Propietario: Familia Andrés
Un clásico que no deja de apostar por una cocina de temporada en la que dan todo el protagonismo al producto sin artificios. Sus pescados y mariscos, traídos frescos de todas las costas españolas, son los reyes de la carta, aunque también destacan sus guisos. En la barra, clásicos como su famosa ensaladilla rusa, el tartar de atún o el montado de solomillo.
TABERNA LAREDO
C/ del Doctor Castelo, 30
Propietario: Hermanos Laredo
A pesar de su decoración contemporánea, que podría hacernos poner en duda su de!nición como “taberna”, los hermanos Laredo –David en cocina, Miguel Ángel en sala y en la bodega–, han conseguido mantener una clientela fiel gracias al cuidado con el que tratan los mejores productos, que presentan atendiendo a la tradición más reconocible. Su amplia barra no admite reserva.
TERZIO
C/ General Pardiñas, 25
Propietario: Saúl Sanz
En Terzio, la esencia vibrante de Madrid se fusiona con su renovada imagen. Este espacio, como hermano menor del célebre Treze, reconocido por su cocina estacional, destaca por su singularidad y vitalidad. Su ambiente está diseñado para una experiencia relajada en la barra, donde la buena compañía y la excelente comida se combinan para ofrecer un entorno ideal.
TRAFALGAR
C/ Alburquerque, 14
Propietarios: David Yllera, Nacho Aparicio y Juan Tena
Lo primero que llama la atención al entrar es su gran barra ovalada. Después, toda la luz que se cuela por los amplísimos ventanales y lo acogedor del espacio. Sus creadores han querido dar vida a un bar de siempre, pero también de hoy. Y por eso a las elaboraciones clásicas les han dado un toque actual como las bravas “amilhojadas”, el bikini de lacón ahumado o las mollejas con salsa alegre. Además, siempre hay buena música.
UMIKO
C/ de los Madrazo, 6
Propietarios: Juan Alcaide y Pablo Álvaro
Juan y Pablo, propietarios y chefs de Umiko, son unos auténticos apasionados de la tradición japonesa, y así lo han reflejado en este templo de la cocina asiática fusión que ya cuenta con 8 años de trayectoria. Su nuevo local cuenta con 800 metros cuadrados repartidos en diferentes ambientes en los que destaca una espectacular barra con capacidad para doce personas ante su cocina vista, lo que permite disfrutar del trabajo en ella mientras se degustan los notables resultados.
VARRA FINA
C/Hermosilla, 7
Propietarios: Jorge Velasco y Joaquín Serrano
Varra Fina es el concepto más informal de Varra, el proyecto liderado por los chefs Joaquín Serrano y Jorge Velasco, y que cede a su “hermano pequeño” la primera planta del local. Su carta se basa en el respeto absoluto al producto y la temporalidad, así como a la tradición tabernera más castiza sin renunciar por ello a la contemporaneidad.
VIAVÉLEZ
C/ General Perón, 10
Propietario: Pablo Rodríguez
2023 fue un año emocionante para Paco Ron, que fue reconocido con el premio A Toda Una Vida de la Academia Gastronómica de Madrid, al tiempo que cedía el testigo a Enrique Limón para capitanear la cocina del Viavélez. El compromiso es importante: seguir sirviendo pura esencia del Cantábrico con Asturias siempre presente. Todo un clásico.
Celebra su segundo cumpleaños convertido en uno de los restaurantes más demandados de Madrid, con una lista de espera de 60 días. ¿Por qué es tan difícil conseguir mesa en Los 33?
Aquí, por contra, las brasas no se apagan nunca y llevan avivando el éxito de este local desde que abriera hace dos años. Porque, lejos de ser fruto de una moda pasajera como sucede con no pocos espacios que tras el furor de la apertura lucen vacíos especialmente los laborables, Los 33 llena a diario desde que levantó la persiana (abre de lunes a domingo desde la una del mediodía hasta las 2:30 de la madrugada, con cocina ininterrumpida y doblando turnos).
¿Por qué es ta difícil encontrar mesa en Los 33?
Siempre fue difícil conseguir mesa. Y al poco de inaugurar acumulaba colas de clientes que acudían por si sonaba la flauta y podían hacerse fuertes en su zona de bar, donde se sirve la misma carta y no se necesita reserva. Para el salón (palabra apropiada ya que el interiorismo, con sillones de cuero, mesas de madera iluminadas con velas, calor de lumbre y estanterías repletas de vinilos, crea sensación de hogar) la lista de espera es de 60 días. Las reservas se habilitan cada día a las 12 de la noche a dos meses vista y hay que estar rápido porque las escasas 45 plazas, vuelan (al cierre de esta edición, lo máximo que lográbamos era sitio para dos a las cuatro de la tarde de un lejano y probablemente tórrido miércoles de finales de julio. Y limitado a una hora y 45 minutos).
Ahora que acaba de cumplir dos años y celebra su entrada en el puesto 15 del ránking de los 101 World's Best Steak Restaurants y en la lista de recomendados de Michelin, volvemos a este restaurante con alma de bar para preguntar por los secretos de su éxito continuado a las dos personas que están detrás del mismo. Ellos son Sara Aznar (1987), madrileña de familia hostelera (artífice de El Viajero, otro exitoso local) y orígenes uruguayos que marcan la cocina de Los 33, y Nacho Ventosa (1973), barcelonés asentado en la capital desde 1996 que abandonó su carrera como director artístico musical para ocuparse junto a Sara de sus proyectos gastronómicos.
Casados, padres de dos hijos de 5 y 3 años y residentes en el mismo barrio donde su ubica Los 33 (en un privilegiado esquinazo de la plaza de las Salesas), la pareja recuerda hoy los inciertos orígenes del proyecto que nació en los albores del confinamiento: "Dando un paseo vimos que se traspasaba el Finnegans, un irlandés mítico, y nos lo quedamos para montar un concepto que teníamos en mente desde 2019, cuando en un viaje a Uruguay comimos en un chiringuito el mejor mixto de nuestra vida", recuerda Aznar. "Queríamos abrir un bar de tapeo con esencia de restaurante uruguayo. Un todo en uno donde pudieras tomar una cerveza, comer una carnaza con un servicio excelente o beber una copa con buena música de fondo", continua Ventosa, quien echaba de menos un lugar donde cañear en esta zona en la que, como en todo Madrid, los bares se están convirtiendo en rara avis (en 2023, hasta 2.000 echaron el cierre).
Los 33, mitad bar, mitad restaurante
"Estaba harto de pagar cervezas a 6 euros en el hotel Only You porque no encontraba una barra en todo Barquillo a las seis de la tarde, así que soñaba con un bar de barrio, pero llegó la pandemia y nos quedamos con un local demolido y sin saber qué iba a ser de nuestras vidas", confiesa. El tiempo de encierro, sin embargo, les vino bien para "pulir el concepto" y demoraron la apertura durante meses (lo que aumentó la expectación) para hacerla coincidir con el fin de las restricciones.
Tenía que ser así, porque uno de los porqués del éxito de Los 33 es su versatilidad para dar respuesta en un mismo lugar a opciones de consumo muy diferentes a lo largo del día, y eso, con mascarilla, no era posible. "El local está dividido en tres estancias con varios formatos de mesa para provocar distintos ambientes y tratar de prolongar la estancia del cliente. Cambia mucho entre la mañana y la noche lo que nos permite atraer públicos dispares: desde un grupo de treintañeros compartiendo unos bikinis en la barra a una mesa de negocios con una chuleta de rubia gallega con 60 días de maduración y champán", desarrolla Sara, mientras Nacho insiste en que otra de las claves es el aroma de bar, pero buscando la excelencia: "Creo que lo que diferencia de Los 33 es que es un sitio divertido y no encorsetado, donde puedes tomar una caña a la hora que quieras, pero donde también se come de cine. La barra es el 50% del proyecto y tiene un rollo informal, pero intentamos ser exquisitos en los detalles, empezando por la gastronomía, que es la base de todo, y siguiendo por el ambiente sonoro y el servicio que es parte fundamental".
Con un equipo de 40 personas, al frente de la cocina está Oswaldo González, un titán omnipresente curtido en templos como Dstage y Triciclo que tan pronto alimenta la parrilla, como salsea una carne, atiende una mesa o se enfunda, ya fuera del horario laboral, los guantes de boxeo para optar al campeonato de Madrid en 75 kilos. Jura estar enamorado de este negocio que siente como suyo y por eso no le importa "estar en todos lados y a todas horas" y atendernos en el que teóricamente era su día libre: "Ya no cocino tanto, pero es estoy en todo lo demás y especialmente en la parte de I+D para desarrollar con Nacho y Sara nuevos platos".
¿Qué se cómo en Los 33 y cuánto cuesta?
Junto a ellos ha creado una carta sencilla, basada en producto de primera calidad (con proveedores seleccionados como Discarlux para todas las carnes) y marcada por la temporalidad, sobre todo en las verduras (los calçots son sustituidos por las alcachofas, por ejemplo, y surgen platos con setas de cada estación, como los Gnocchi con colmenillas, un festival de salsa adictiva). La oferta es súper disfrutona, con guiños a platos informales, pero cuidados (como la empanadilla de entraña cortada a cuchillo, o las chuletitas de angus, churruscadas y con hueso, que se engullen sin querer como pipas).
También se recuperan recetas antiguas a las que se da una vuelta para que a los nuevos foodies no les sepan a décadas pasadas, como el solomillo con salsa de pimienta, los espárragos con mahonesa o los guisantes del Maresme con jamón: "Son platos de siempre, de os que hacían las madres, y que no necesitan nada más que un gran producto para gustar", afirma González. A veces, lo más difícil es hacer bien las cosas sencillas, y eso es lo que aquí se consigue.
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