El mercado de La Boqueria en Barcelona perdiendo su esencia
Las ciudades deben de conservar su esencia, sus tradiciones, esto no es estar en contra de nadie, es que se conserve su autenticidad de cada lugar. Ver hoy el mercado de la Boqueria como atracción turistica masificada lleno de bares de asiáticos me ha dejado perplejo.
Ahora con vendezumos de colores, brochetas de gambas y compañía para turistas con prisa
Cuando viajas a otra ciudad te gusta ver cosas diferentes, diferentes comercios, diferentes artesanos, diferente comida, diferente articulos
Si vas a una ciudad y hay calles con las mismas tiendas de marcas que puedes ver en tu ciudad, pasas de ellas.
Esto no es estar en contra de negocios de otros paises que se instalen, es estar en contra de que se masifiquen en un lugar donde antes habían tiendas de toda la vida, algunas centenarias
Las cafeterías de especialidad y sus lattes a tres euros para expats son ya la norma. El brunch gana a los desayunos de tenedor y y sólo mencionar el nombre de La Boquería produce escalofríos. La foodificación —ese concepto que señala la gentrificación gastronómica de algunos barrios— aquí tiene una de sus zonas cero. Pero el Mercat de Sant Antoni resiste. Aquí la gente viene a comprar. Eso que en La Boquería es ya casi una rareza.
"..no es lo mismo que vengan turistas gastronómicos buscando el Pinotxo que estar en La Boquería y te suelten miles de personas de un crucero que simplemente pasan por allí. “Ha pasado de ser el mejor mercado del mundo a ser un parque de atracciones”, critica Asín, dejando claro que entiende la preocupación."
Aunque al Pinotxo siempre iban locales, en los últimos diez años todo cambió, reconoce. “Había gente que venía, pedía, sacaba la foto y no se lo comía porque ni sabía lo que era ni le gustaba. Y eso duele”, recuerda
La nueva vida del Pinotxo en el Mercat de Sant Antoni y el "efecto Boquería" que teme el barrio
Uno de los mercados de Barcelona más castigados por el turismo es sin duda el mercado de la Boqueria, en el centro de la ciudad. Era uno de los mejores mercados de Europa, según fuentes autorizadas, pero desde entonces ha llovido mucho y actualmente es evidente que no está en su mejor momento. La venta de puestos del mismo mercado a inversores de fuera del país ha hecho que parte de la oferta que ofrecen ahora mismo estos mismos puestos sea exclusivamente para los turistas, y que hayan cambiado como consecuencia la clientela de la ciudad, aquella de toda la vida, por la clientela extranjera.
Sorteando, como digo, a los turistas, llego hasta el Quim de la Boqueria, con quien nos saludamos efusivamente. Quim y yo nos conocemos de hace muchos años, de mi época en el Liceu cuando iba a desayunar todos los viernes con el equipo. De aquella época recuerdo especialmente las paellas que nos preparaba Mario de La Central y que nos zampábamos en la barra, pero también los menús de mediodía del Túria cuando lo regentaba Núria Paricio. Otros puestos, por suerte, todavía se mantienen como siempre, es el caso de las setas Petràs, que siempre tienen las primeras y las mejores setas de la temporada; Xavi ya hace lo posible para que sea así. Coincidimos en que lo que echamos de menos es el mercado de antes
Sentado en la mejor barra del mercado observo como Quim, como si se tratara de un ritual, me prepara un huevo frito con chipirones, porque hacer un huevo frito perfecto no es tan fácil como parece y este lo es. Primero rompe el huevo para dejarlo suavemente en la sartén y que el aceite caliente vaya haciendo el trabajo mientras saltea unos chipirones de lonja en el otro fuego para añadirlos después al plato. Por último, un chorro de aceite crudo y una pizca de sal Maldon y listo.
Empezó a hacer los huevos con lengüeta hace muchos años y como la parroquia visitaba el bar y preguntaban por los huevos con lengüeta durante todo el año decidió hacerlos de forma diferente fuera de temporada; así los cocina con foie, setas o jamón.
Aunque son las nueve de la mañana, mientras dejo el plato limpio veo cómo la barra se va llenando rápidamente y el personal coge ritmo en los fogones, de donde salen platos de rabo de buey, callos de ternera, chipirones con alubias de Santa Pau, salteados de setas y gambas al ajillo.
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El Mercado de Sant Antoni es un ejemplo rotundo. Con más de un siglo de vida, este emblemático edificio de hierro forjado es uno de los mercados más grandes y queridos de Barcelona. Después de una larga y ambiciosa reforma, reabierto el año 2018, ha recuperado el esplendor de un espacio donde conviven el comercio tradicional, el mercado de libro dominical y una arquitectura imponente. Para estrenar esta serie dedicada a los mercados de la ciudad, nos hemos sentado en la barra de un nombre mítico: el Bar Pinotxo, histórica institución de la Boqueria, que ahora ha encontrado un nuevo hogar en Sant Antoni. Y lo que hemos probado confirma lo que ya sabíamos: si quieres comer bien, ven al mercado
Jordi Asín, el propietario y uno de los cocineros del Bar Pinotxo será nuestro guía en el Mercado y el encargado de enseñarnos dónde compra su producto. Nos sentamos en una mesa con sillas altas, pero yo recomiendo sentarse en la barra para vivir la experiencia al 100%, hace más mercado. El primero de los platos que probaremos son los garbanzos con butifarra negra, uno de los más emblemáticos que sirve. ¿Por qué están tan buenos? ¿Además de, evidentemente, por la mano que tienen en la cocina? Pues porque el garbanzo lo compran, literalmente, en la parada de delante. Llegums Moliné es el puesto número 14 del Mercado de Sant Antoni, y Pinocho ocupa del 18 al 21. En Llegums Moliné nos explican cómo hierven cada cada día su legumbre y allí vemos la diferencia entre el garbanzo más grande (el que sirve Jordi), que es más tierno y harinoso, y el pequeñín. Por cierto, que Jordi Asín nos explica que eso de vender legumbre hervido en los mercados es una tradición muy catalana y que casi no se ve en ningún sitio más de Europa. Evidentemente, facilita mucho el trabajo a los cocineros.
Un capipota que te hará pedir una barra entera de pan
Continuamos con un capipota, que casi es leyenda gastronómica barcelonesa. Esta receta profundamente arraigada a la cocina catalana es muy diferente de los callos de tradición castellana, los cuales acostumbran a incorporar tripa y chorizo. Los callos son un guiso más picante y con un punto ahumado, el capipota catalán es más suave, meloso y refinado, y juega más con las texturas que con la grasa. El capipota del Pinotxo lleva una salsita gelatinosa de esta que cuando toca el plato se solidifica, es magnífica. Es un plato que en manos del Bar Pinotxo se convierte en cocina de fonda con alma. Y una vez más, es tan bueno porque compra el corte en la carnicería Carns Esca que traen el producto de Sant Quirze del Vallès.
Turno de los chipirones salteados con judías de Santa Pau, con un toque de alguna salsita balsámica por encima. Puede sonar sencillo, pero cuando hay buen producto y mano de cocinero, la magia sale sola. Los chipirones, tiernísimos y marcados al punto, llegan fresquísimos de Vilanova i la Geltrú cada día, directos de la parada Peix de Platja Juani, que los conoce como si fueran de casa. El secreto del plato, además de la calidad brutal del marisco, es la combinación inesperada con unas judías mantecosas y una salsita balsámica que pone un contraste dulce y ácido que engancha. Es uno de aquellos platos que mezclan humildad y finura, que no te cansarías nunca de pedir.
Todavía nos queda una pizca de hambre y espacio para un bueno taco de bacalao 'a la llauna' acompañado de judías salteadas, un corte de aquellos en que las rebanadas son anchas y se separan con un pequeño toque del tenedor y para un salteado de verduras con huevo. Cuando los ingredientes son buenos, con unas verduritas y un buen huevo, hecho al punto que todavía chorree un poco, se pueden hacer maravillas
Salgo del Bar Pinotxo con la barriga contenta y el corazón un poco más lleno y recordando por qué los mercados son mucho más que lugares donde ir a comprar. Son espacios vivos, de barrio, donde el producto pasa directamente de las manos de la campesina o la pescadera a la cazuela de un cocinero que conoce por el nombre a quien le vende el género. Mantener este vínculo entre parada y cocina, entre vecindario y mesa, es esencial para preservar una manera de comer y de vivir muy nuestra. Este es solo el primer capítulo de un recorrido por los mercados de Barcelona, y ya estamos preparando la próxima parada. Y una última cosa gourmeters, si después de conocer el Bar Pinotxo, tenéis ganas de descubrir la historia del Mercado de Sant Antoni, no os perdéis el vídeo y el reportaje del Barcelona Exprés del Jordi Palmer; ¡lo encontraréis en la portada y en el Instagram de El Nacional! ¡Buen provecho y hasta pronto!
resumen de copilot :
Muchos barceloneses ven la masificación turística de la Boqueria como una pérdida de su esencia tradicional, aunque hay esfuerzos por recuperarla.
La Boqueria, uno de los mercados más emblemáticos de Barcelona, ha sido durante años un símbolo de la vida local. Sin embargo, su creciente popularidad entre los turistas ha transformado radicalmente su dinámica. La afluencia masiva —más de 23 millones de visitas anuales— ha generado tensiones entre su función como mercado vecinal y su rol como atracción turística
Opiniones y preocupaciones locales
Muchos vecinos y paradistas lamentan que la Boqueria haya perdido su carácter tradicional, convirtiéndose en un espacio dominado por productos de consumo rápido como zumos, tapas y snacks para turistas.
La venta de productos frescos ha disminuido, y algunos comerciantes han adaptado sus horarios y oferta según el flujo turístico, lo que ha generado una “dispersión” en la calidad y variedad
Volverán los barceloneses?
Aunque el proyecto cuenta con amplio respaldo entre los paradistas, existe escepticismo sobre si estas medidas lograrán que los barceloneses vuelvan a sentir la Boqueria como propia. El equilibrio entre turismo y tradición sigue siendo frágil, y el futuro dependerá de cómo se implementen las reformas y si realmente se prioriza la vida local.
Mercados más auténticos
El Mercado de Santa Caterina tiene una historia fascinante: situado en el corazón de la ciudad, fue remodelado para recuperar la esencia de los mercados tradicionales incorporando un tejado icónico de colores ondulados que ya se ha convertido en una seña de identidad. Pero más allá de la estética, el mercado es un lugar donde aún se respira autenticidad: aquí los vecinos hacen la compra diaria con el carro y los productos frescos siguen siendo los protagonistas.
Como ya es habitual, nos acompaña Jordi Palmer, que a través de sus vídeos de Barcelona Exprés nos guía por los detalles del edificio y la historia que se esconde tras estas paradas, mostrándonos un mercado que va mucho más allá de las frutas y verduras.
En el Mercado de Santa Caterina se come de primera, y en sus locales se puede degustar desde platos tradicionales hasta propuestas creativas que reflejan la calidad y la pasión de los paradistas. Así, este mercado no solo es un punto de compra, sino una experiencia gastronómica que vale la pena vivir. Aunque su tejado espectacular ha atraído inevitablemente la atención de los turistas, a diferencia de la Boqueria, Santa Caterina aún conserva una cierta calma y autenticidad. Es un lugar donde se ve a mucha gente comprando y conversando con los paradistas, y donde hoy os enseñaremos algunos de sus locales donde tomar un buen desayuno, aperitivo o comida
Empezamos la ruta por el Restaurante Cuines de Santa Caterina, que destaca desde el primer momento por el espacio: luminoso, con mucha vegetación interior, una estantería de madera llena de productos a la vista, y grandes ventanales que conectan con el ambiente del mercado. La decoración huye de la estridencia, pero imprime carácter: materiales naturales, muros que respiran y aquel toque de “loft de mercado” que hace que tanto el producto como la arquitectura sean los protagonistas.
Recomendamos el plato estrella, los canelones trufados, que llevan veinte años sirviéndose, y si este plato no pasa de moda será por algún motivo. Las tres unidades que se sirven están cubiertas de abundante bechamel y el aroma trufado es evidente. Lo mejor, sin embargo, es la carne del relleno, comprada en el mercado y con una textura impecable, nada pastosa (que ya se sabe que a veces el relleno del canelón se tritura demasiado y parece un paté). Se nota que la carne es buena, bien tratada y que no se esconde detrás de condimentos que la tapan.
El responsable, José Santiago, nos ha explicado que una de las partes que más le gratifica de trabajar en un mercado como Santa Caterina es poder adaptarse en tiempo real a los gustos de los clientes. Si alguien le dice que no le gusta algún ingrediente o pide un cambio, puede salir al mercado, buscar un producto fresco y hacerle el ajuste necesario. Esta proximidad con el cliente y con el producto transforma cada plato más que en una simple receta: es un diálogo constante, y eso se nota en el sabor.
En el Forn La Torna todo gira en torno al pan, pero sería injusto reducirlo solo a eso: aquí cada plato respira mercado y proximidad. Nosotros probamos un bacalao con muselina de alioli y unas verduras de temporada a la brasa, y aún salivamos solo de recordarlo. El bacalao se abría en láminas generosas, cocido en su punto exacto, y la muselina, a pesar de ser abundante, era sorprendentemente suave y armónica. Las verduras, con un toque sutil de romero, no necesitaban nada más para brillar.
El pan, sin embargo, es el protagonista indiscutible. Montserrat Rocamora, fundadora de La Torna, nos dijo que en realidad “el plato principal es el pan, y el bacalao lo acompaña”. Y no exagera: su pan de coca de vidrio tiene una corteza crujiente, interior ligero y aéreo, y aquella textura que te hace imaginarlo también como el mejor pan de bocadillo posible. Es de esos panes que no pesan y que invitan a repetir.
Completamos la comida con unas albóndigas clásicas con setas y un poco de arroz, que combinaban proteína, verdura y carbohidratos de manera equilibrada. Este plato simple resume lo que ofrece L’Univers: comida de mercado con productos de calidad, bien cocinados y con una presentación que te abre el apetito solo con mirar la barra, donde todo está expuesto en bandejas para que puedas elegir y ver lo que te apetece
En La Torna, lo que sale de las paradas del mercado va directo al plato, y esto explica por qué sus desayunos de bocadillos y pastas caseras tienen tan buena fama, o por qué sus platos de la carta no fallan. Es la combinación de proximidad, tradición y honestidad, eso sí, con el pan como bandera
El último lugar por el que pasamos fue el Bar L’Univers, un espacio que combina la clásica barra de mercado con una terraza ancha llena de mesas, ideal para disfrutar de la vida del mercado mientras se come. Gerard, responsable del local, nos explicó que, aunque tienen una carta, la varían constantemente según lo que hay disponible en las paradas del mismo mercado, lo que garantiza frescura y producto de primera calidad. Aquel día probamos unos boquerones frescos fritos que eran una verdadera delicadeza. El frito estaba perfecto: crujiente por fuera, suave por dentro, sin grasas sobrantes, y con aquel toque que solo se domina con técnica, porque un frito aparentemente sencillo es, en realidad, todo un arte. El boquerón se podía comer entero sin ningún problema; la espina, casi imperceptible, se podía masticar sin dificultades, lo que denota un producto fresco y bien trabajado
Después de probar los platos de Cuines de Santa Caterina, La Torna y el Bar L’Univers, hay un hilo común que los une: los tres reflejan la magia de comer de mercado hecho con producto fresco y proximidad, pero cada uno con su estilo y personalidad. Cuines combina técnica y creatividad en cada plato, La Torna pone el pan y el producto local en el centro de la experiencia, y L’Univers muestra cómo la tradición de la barra de mercado puede ofrecer platos sabrosos y equilibrados en el día a día. Si queréis conocer más sobre la historia del mercado, su edificio icónico y curiosidades que solo se descubren con ojos de barcelonés, no dejéis de visitar el Instagram de El Nacional.cat para ver el Barcelona Exprés de Jordi Palmer. Allí encontraréis todos los detalles que hacen de este mercado un lugar tan especial y auténtico
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Toca volver al mercado, concretamente al Mercat del Ninot, donde entre paradas históricas y clientela fiel, hay un lugar donde el aperitivo se ha convertido en arte: Perelló 1898, una casa centenaria que ha sabido conservar la esencia de los inicios con una mirada actualísima. Perelló 1898 es una parada histórica fundada por la familia Perelló a finales del siglo XIX. Especializada en bacalao y aperitivos selectos, la parada ha mantenido la tradición de la pesca artesanal y la calidad del producto.
Ruta gastronómica por mercados auténticos de Barcelona
1. Mercat del Ninot – Antiga Esquerra de l’Eixample
Qué probar: embutidos artesanos en Carnisseria Isidre, quesos catalanes en Formatgeria La Seu, y tapas en el bar del mercado.
Extra: participa en un taller de cocina en el aula gastronómica del mercado.
2. Mercat de Sant Antoni – Eixample Esquerra
Qué probar: productos ecológicos en Verduras Bio, mariscos frescos en Peixateria Sant Antoni, y vermut en Bar Sant Antoni
Extra: visita el mercado dominical de libros y cómics, una joya cultural
3.Mercat de la Concepció – Eixample Dreta
Qué probar: flores frescas (sí, también es floristería), frutas exóticas y cafés especiales en Cafès Caracas.
Extra: ideal para desayunar rodeado de color y tranquilidad.
4. Mercat de Sants – Barrio de Sants
Qué probar: cocina casera en el bar del mercado, carnes de proximidad y pan de masa madre.
Extra: combina la visita con un paseo por el Parc de l’Espanya Industrial.
Bonus: ruta de vermuts y tapas locales
Después de visitar los mercados, puedes completar la experiencia en bares cercanos como:
Bodega Sepúlveda (junto a Sant Antoni)
Vermut i a la Gàbia (cerca del Ninot)
La Bodegueta de Sants (junto al mercado de Sants)
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