Sant Martí de Llémena

 La Vall de Llémena no es la Garrotxa, ni falta que le hace. Tampoco tiene su fama, pero tampoco la quiere. Este lugar escondido disfruta apaciblemente de una belleza inusual, también en tierra de volcanes y entre masías de piedra con encanto. A caballo de dos comarcas, entre el Gironès y la Garrotxa, y con una superficie de 184 km2, delimita al oeste con las sierras de Finestres, Portelles, Rocacorba, la sierra de Cadalt y las colinas del Bruguerol, Montcal y Sant Medir.

Recibe su nombre por la riera de Llémena, elemento emblemático y de cohesión territorial, que atraviesa la vall desde la cabecera hasta su desembocadura en el río Ter. Infinitos campos de trigo y amapolas te recibirán con los brazos abiertos en una escapada de fin de semana o para siempre, eso dependerá de ti.

En el entorno de la riera gira la vida de sus cuatro municipios principales: Canet d'Adri, Sant Aniol de Finestres, Sant Gregori y Sant Martí de Llémena. Y a su alrededor, se extienden pequeños pueblos y singulares masías como si se tratara de un cuadro donde todo está pensado para agradar al visitante. Patrimonio románico, ermitas e iglesias de la Edad Media, castillos, santuarios y volcanes que vigilan la Vall.

Sant Martí de Llémena

El corazón del Valle

Sant Martí de Llémena es un municipio de la comarca del Gironès con unos 600 habitantes y una superficie de 43 km². El nombre de este pueblo proviene del patrón de la parroquia, del valle y riera de Llémena que atraviesa el municipio.

Este pueblo idílico perdido en medio del valle nos sirve para disfrutar de la naturaleza en estado puro. Tanto si queréis visitar pozas naturales, como si queréis comer platos típicos caseros o incluso comprar productos de proximidad, es el lugar perfecto para hacerlo.

Si os gusta hacer senderismo o el cicloturismo, una paseada hasta el volcán de la Banya del Boc os encantará, puesto que veréis uno de los mejores exponentes del vulcanismo cuaternario catalán existente. Este espacio es de una gran singularidad geológica.

Destacan los escarpes de Sant Roc, la Barroca y Sant Martí. Hay que visitar la iglesia de Sant Martí, la de Granollers de Rocacorba con su castillo, la ermita de Sant Nazari, la de Sant Joan del Pla y la magnífica iglesia románica de Sant Pere de Llorà con su campanario.

Además, el pueblo está muy bien conectado con la ciudad de Girona, a tan solo 20 km de distancia, y a poco más de 50 km de la Costa Brava.

https://www.turismegirones.cat/es/rutas-y-caminos/

En la zona de Granollers de Rocacorba hay itinerarios que van desde los alrededores de la iglesia y del castillo hasta la fuente de los Esquirols o la dels Gelats, que son muy favorecidas por el suelo de origen volcánico del que disfrutan. En estos parajes también destacan las cuevas y los riscos como el de Sant Roc donde está la Gorga de les Bruixes o los riscos de Rocafesa.

PRIMERA PARADA: CANET D’ADRI

Llegamos a uno de sus lugares más emblemáticos, Canet d’Adri, un pueblecito de casas de piedra envuelto en naturaleza. Si has llegado aquí será llamado por las ganas de recorrer el Valle a pie o en bicicleta, pero nunca en coche.

Ponte cómodo/a, sus rutas de senderismo son de los mejorcito de la zona. Canet d’Adri destaca por la sierra de Rocacorba y el el Puigsou, el punto más alto del municipio a casi 1.000 metros de altura. La montaña de Rocacorba es el punto culminante de la comarca del Gironés, incluida dentro de los espacios de interés natural de Cataluña, con su punto más alto el Puigsou donde se ubica el Santuari de Rocacorba (a 977 metros). El acantilado tiene unas vistas impresionantes de toda la comarca.

Puedes llegar hasta aquí en una de las numerosas rutas de senderismo que encontrarás en la web de la Vall de Llèmena. Te proponemos la que va desde Adri (que no Canet d’Adri) hasta Rocacorba. Se trata de una ruta circular de unas cuatro horas de recorrido, de dificultad media, en la que podrás llegar a una altitud de 977.

A tu paso verás campos de cultivo, la riera de Llémena, bosques de avellanos, senderos y unas vistas panorámicas de la Alta Garrotxa, Banyoles, les Gavarres, las Illes Medes y el Canigó. Intenta siempre seguir las señales del camino y no desviarte de la ruta marcada. ¡Tendrás recompensa!

 En Canet d’Adri se encuentran otras dos de las paradas de rigor de la Vall,** la Font de la Torre y el volcán de Puig d’Adri** (uno de los cinco que se encuentran en el valle). Se trata también de una de las rutas de senderismo más populares. ¿Por qué? Sencillamente por su encanto. La Font es un espacio natural protegido, una riera que baja de la sierra de Rocacorba y que al llegar a tierra ha moldeado el paisaje volcánico en pozas y gargantas de agua donde puedes darte un baño cuando las temperaturas lo permiten. Pequeñas cascadas, la fuente y “les gorgues” forman la Font de la Torre.

Para llegar al volcán la cosa se complica un poco más. Hay que decir que la mayoría de los volcanes del valle están cubiertos de bosque, no son tan fáciles de ver como en la Garrotxa, pero eso sí todo está perfectamente señalizado para que sepas que estás delante de un volcán. Aquí puedes seguir la ruta.

Seguramente después de esta caminata te entrará algo de hambre. ¿El lugar para saciarte? El restaurante Can Joan d’Adri. Entre campos y naturaleza este restaurante es uno de los más concurridos de la zona, tiene una amplia terraza y una cuina cassolana.

Carnes a la brasa (y también opciones de pescado de la Costa Brava), escalivadas caseras, embutidos -como el queso fundido de la Vall-, mongetes, canelons, xató (escarola, atún, bacalao, anchoas y romesco), y por supuesto, pà amb tomàquet, y ricos guisos. Lo más extenso es su carta de postres caseros. No te vayas sin probar su tarta de queso o el recuit con mermelada casera

A la Vall de Llémena se la conoce también por ser tierra de masías antiguas. Dormir en una de ellas para empaparte de su esencia será la mejor opción. La Masía Can Pou en Canet d’Adri guarda ese encanto típico del que te hablamos, además de una bonita historia detrás.

Can Pou lleva en pie desde el siglo XVII y ha sido siempre utilizada como masía de payeses, con campos para el cultivo y graneros (actualmente cuenta con más de 3 hectáreas de terreno). Muchas masías, como Can Pou, dejaron de ser utilizadas a principios del siglo pasado y, a partir de los años 70, rehabilitadas como casas familiares. **Fueron Eirene y Donatello quienes, finalmente, la llenaron de vida y la encaminaron hacia el turismo rural en 2018 con su proyecto. **

Recién llegados de Canadá a Barcelona empezaron a buscar una masía para realizar uno de sus sueños: “abrir las puertas de nuestra casa para que la gente pudiera descansar, desconectar y comer bien”.

Tras dos años de búsqueda la encontraron y se enamoraron. Abrieron Can Pou con cinco habitaciones y un apartamento. Y siguieron trabajando en las mejoras durante todo el año siguiente. Hoy disponen de siete habitaciones dobles, una de ellas suite, un apartamento de cuatro personas y un apartamento de dos personas.

De lo que nos sentimos más orgullosos es de haber vuelto a dar luz a la masía, de la acogida de nuestro concepto y del crecimiento personal y profesional que nos ha aportado”.

 Para llegar al volcán la cosa se complica un poco más. Hay que decir que la mayoría de los volcanes del valle están cubiertos de bosque, no son tan fáciles de ver como en la Garrotxa, pero eso sí todo está perfectamente señalizado para que sepas que estás delante de un volcán. Aquí puedes seguir la ruta.

Seguramente después de esta caminata te entrará algo de hambre. ¿El lugar para saciarte? El restaurante Can Joan d’Adri. Entre campos y naturaleza este restaurante es uno de los más concurridos de la zona, tiene una amplia terraza y una cuina cassolana.

Carnes a la brasa (y también opciones de pescado de la Costa Brava), escalivadas caseras, embutidos -como el queso fundido de la Vall-, mongetes, canelons, xató (escarola, atún, bacalao, anchoas y romesco), y por supuesto, pà amb tomàquet, y ricos guisos. Lo más extenso es su carta de postres caseros. No te vayas sin probar su tarta de queso o el recuit con mermelada casera.

 

Sus habitaciones respiran ese aire de masía catalana antigua pero con toques modernos y comodísimas camas donde el descanso es absolutamente placentero. Las vistas a todos los exteriores desde sus ventanas permiten disfrutar del Valle y relajarse, que es lo principal.

En sus zonas comunes hay tés e infusiones naturales, llar de foc en la que calentarse en las noches frías o leer tranquilamente, además de zona de piscina con hamacas para los días de verano. También ofrecen otras actividades como masajes, alquiler de bicicletas y zonas para teletrabajar.

Pero destacamos su cocina como una de las imprescindibles de la zona. Donatello es quien está detrás de los desayunos, comidas y cenas que se ofrecen, y su mano internacional (sobre todo italiana) transportan a numerosos lugares.

“Donatello no era cocinero, siempre ha trabajado en la alta gastronomía y siempre le ha gustado cocinar, ¡y también comer! De hecho sus días de fiesta se los pasaba cocinando para la familia o los amigos. Nuestra cocina es casera, de proximidad, trabajamos con productores del Valle y además tenemos huerta propia”.

Todo lo hacen ellos, desde un pan casero riquísimo, pasteles, magdalenas, yogures y mermeladas que sirven en el desayuno. Las cenas degustación son mágicas, con vino de la zona y algunos de los mejores productos de la tierra. ¡No te la pierdas!

¿Quieres dormir aquí? La Masía Can Pou forma parte de los establecimientos del portal Ruralka donde puedes reservar tu estancia.

SEGUNDA PARADA: SANT MARTÍ DE LLÈMENA

Un nuevo día amanece en la Vall. Prepara tu mochila, no te olvides de pedir un picnic en la Masía Can Pou para que no te falte de nada y adéntrate de nuevo en los encantos del valle.

Otro de sus municipios más queridos es Sant Martí de Llèmena. Hay varios motivos, uno de ellos son sus encantos paisajísticos: gorgues, fuentes y volcanes, además de una gastronomía cualitativa.

Si llegas hasta aquí no puedes perderte las Gorgues de Llorà, comer o almorzar en Cal Ganso y disfrutar de los quesos hechos en La Balda, que desde 2012 prepara los mejores de la zona. ¿El más popular?** El Fermío, un queso rústico que recuerda al Saint Marcellin francés**.

La Vall cuenta con cinco volcanes: el Volcán de la Banya del Boc, el Volcán del Puig d'Adri, el Volcán del Clot de l'Omera, el Volcán Puig de les Medes y los Volcanes del Puig Moner i de Granollers de Rocacorba. No te preocupes, porque actualmente están todos dormidos. Es en Sant Martí de Llémena donde ubicamos el de la Banya del Boc, cuyo itinerario nos permite conocer algunos de los lugares más curiosos del pueblo.

La ruta circular comienza en el Pla de San Joan y recorre unos 8,8 km de recorrido en los que se atraviesa zonas volcánicas, senderos y bosques silenciosos de encinas y robles. El camino te lleva hasta el cráter del volcán, hoy en día cubierto de campos de cultivo, y llegas hasta la ermita de Sant Medir donde puedes echar una cabezada apaciblemente.

https://www.traveler.es/naturaleza/articulos/vall-de-llemena-cataluna-que-hacer-que-ver/20971

 

 

 

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